Decimos casi porque uno de los cuatro nuevos Galaxy S es el único móvil de la compañía ya preparado para el 5G, el Samsung Galaxy S10 5G. Pero se trata de la apuesta potente dentro de los móviles estándar, con triple cámara trasera, doble frontal y lo último en hardware de móviles Android (sobre todo la edición en cerámica). Una nueva hornada con un cambio aparentemente mayor con respecto a iteraciones previas, lo cual comprobamos más allá del diseño en esta reseña en profundidad.
Ficha técnica del Samsung Galaxy S10+
SAMSUNG GALAXY S10+ | |
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DIMENSIONES Y PESO | 157,6 x 74,1 x 7,8 mm, 175 gramos |
PANTALLA | Curva, 6,4″ Dynamic AMOLED WQHD+ 19:9 |
PROCESADOR | Exynos 9820 |
RAM | 8 GB 12 GB (sólo edición en cerámica) |
ALMACENAMIENTO | 128 GB 512 GB / 1 TB sólo en versión cerámica (hasta 512 GB con microSD) |
SISTEMA OPERATIVO | Android Pie + One UI |
CÁMARAS TRASERAS | 16 MP ultra gran angular f/2.2 FF + Dual Pixel 12 MP OIS gran angular f/1.5- 2.4 AF + 12 MP OIS tele f/2,4 AF |
CÁMARAS FRONTALES | Dual Pixel 10 MP AF f/1.9 + 8 MP AF (profundidad, f/2.2) |
BATERÍA | 4.100 mAh con carga rápida inalámbrica y carga inversa |
SENSORES | Acelerómetro, barómetro, giroscopio, brújula, proximidad, RGB |
SEGURIDAD | Lector de huellas en pantalla + Reconocimiento facial 2D |
CONECTIVIDAD | LTE Cat. 20 |
PRECIO | Desde 1.009 euros |
Diseño: la sublimación de un frontal icónico y el adiós al lector de huellas físico
Parte del ADN del Samsung Galaxy S6 Edge se mantiene perenne en los cromosomas renovados del Galaxy S10+. La curva lateral se mantiene como rasgo característico y distintivo para esta estirpe salvo en el caso del Samsung Galaxy S10e, que es la opción con pantalla plana (y algo más asequible) de estos (ahora) cuatro hermanos de gama alta.
Una curvatura en los cristales traseros y frontal (aparentemente simétrica) que finaliza en un borde metálico acabado en brillo, proporcionando comodidad en el agarre y algo de ergonomía. Borde que de nuevo alberga, además de los botones habituales, el añadido para el asistente personal, del cual hablaremos en la parte de software.
Los botones funcionan bien, aunque la ubicación quizás podría mejorar bajando más el de bloqueo (y que fuese más fácilmente alcanzable para dedos de longitud menor). Y lo que no interrumpe ni este marco ni la trasera es el sensor de huellas, que se integra en la pantalla (y cuyo rendimiento abordaremos más adelante).
La parte trasera alberga pues el módulo de la triple cámara, el flash y los sensores, que sobresale muy poco y queda en disposición vertical, y el logo de la marca, dejando la mayor parte despejada. Una trasera que no se libra de la condena implícita del cristal con las huellas y la grasilla de la piel, pero sin que llegue a ser tampoco algo exagerado, molesto o difícil de limpiar.
La bandeja de la SIM queda en la parte superior, dejando que el jack de 3,5 milímetros quede junto al USB tipo C en la base. Y para el desconsuelo de la comunidad de fanáticos de la simetría, a diferencia del jack y de la rejilla del altavoz, el USB no se alinea al centro del borde.
Es elegante, sobrio, robusto y destila calidad a nivel de construcción y materiales. Bastante contenido si hablamos de compactación teniendo en cuenta que son 6,4 pulgadas y ocupa un volumen bastante menor que el Huawei Mate 20 Pro, el OPPO Find X o el Xiaomi Mi MIX 3, incluso que el Samsung Galaxy Note 9, pero algo mayor que el Samsung Galaxy S10 5G y el resto de hermanos.
Resulta muy cómodo en el agarre, y al ser así de contenido de lleva más puntos para ser móvil «grande» candidato si buscamos una pantalla considerable en el menor espacio posible. No resbala y dentro de lo que cabe no se hace pesado, sin llegar a los 200 gramos como sí ocurre con el 5G.
Al final la sensación al sostenerlo es pareja a la que se tenía con un S8 o un S9, con algunas diferencias en la interacción por la variación en botones y sensor. Lo que va a cambiar es la sensación de pantalla completa al no tener la tradicional simetría en el frontal del Galaxy e integrar una pantalla perforada para dejar salir las dos cámaras frontales (posteriormente dedicaremos un espacio específico para esto).
Los marcos son muy reducidos, siendo los laterales y superior más delgados que el inferior. En la pantalla curva veremos esos inevitables sombreados verdosos como efecto óptico del propio cristal, pero se ven según el ángulo y no son nada molesto.
Eso sí, los toques accidentales son bastante habituales. Es frecuente que se interprete la base del pulgar como toque cuando intentamos hacer tap con este dedo a un elemento alejado, así como el pulgar de la mano que sostiene el teléfono al agarrar lo en horizontal, por ejemplo al hacer una foto. Con esto último, lo que ocurre es que la interfaz no responde bien al hacerlo priorizando el toque que en realidad no es tal.
Pantalla: bienvenidos, agujeros, aunque no llegáis sin «peros»
El AMOLED de Samsung ahora ya no es súper, es Dynamic. En este caso son 6,4 pulgadas con resolución WQHD+, siendo así mayor que la del Galaxy S10e y algo por encima de la que vimos en los Galaxy S9, pero manteniendo el aspecto 19:9, y como hemos dicho perforada para las cámaras frontales (queda una isla aunando ambas lentes y no dos agujeros separados).
De resolución va sobrado, como viene siendo habitual en los móviles de primera línea de Samsung, salvo la sorpresa en este sentido con el Samsung Galaxy S10e que se queda con ese FullHD+ de los buques insignia más conformistas como los Xiaomi o OnePlus. Bien también a nivel de contraste y brillo máximo, y con un ajuste de brillo automático que funciona muy bien, reaccionando rápido y ajustándose de manera adecuada a los cambios de luz (salvo muy puntuales excepciones en la que queda algo bajo).